Cada vez que veo a un maestro profesional que no saluda, que les habla mal a sus compañeros de trabajo, que no dice gracias ni por favor, confirmo que la educación no se compra en la universidad. Un buen maestro es la base de la educación exitosa; para poder serlo es necesario desarrollar una serie de habilidades profesionales, y es que enseñar no es solo transmitir conocimientos, es mucho más que una experiencia en un tiempo determinado. Se trata de saber crear condiciones para que los alumnos puedan pensar y desarrollar su mente.
No es solo el amplio conocimiento de la materia que se imparte o del plan de estudios; el maestro debe ser entusiasta, cariñoso, empático, firme y respetuoso. Flexible, comunicativo, cristiano.
Convirtamos nuestra carrera y llamado en algo inolvidable:
- Salude
- Ore
- Recapitule lo anteriormente aprendido.
- Enséñeles a aprender.
- Acostúmbrelos a pensar.
- Sorpréndalos.
- Descúbrales un libro.
- Muestre el lado práctico del conocimiento.
- Ayude a mantener la actitud positiva.
- Déjeles hablar y expresar sus conocimientos.
- Transmita valores.
- Actúe con justicia.
- Despierte la curiosidad.
- Sea responsable.
- Sea flexible
- Sea atento.
- Sea compasivo.
- Sea creativo
- Sea decidido.
No hay maestro como Jesús, su ejemplo aún sigue marcando cada una de nuestras vidas.