En la vida enfrentamos momentos en los que sentimos que no hay salida. El salmista en Salmos 121:1-2 declara: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”. Esta es una verdad eterna: nuestra ayuda no proviene de los recursos humanos, sino del Dios Creador. Cuando levantamos la mirada hacia Él, encontramos fortaleza, consuelo y dirección segura.
Así como un reloj inteligente puede salvar la vida de alguien al realizar una llamada de emergencia, nuestra fe nos recuerda que siempre podemos llamar a Jesús. Él es nuestro auxilio constante, dispuesto a responder en cualquier circunstancia. No importa cuán lejos o aislados nos sintamos, su voz siempre alcanza nuestros corazones. Jesús responde cuando clamamos en fe y esperanza.
Los Salmos son testimonio de esta realidad. David clamó: “Contiende, oh Jehová, con los que contra mí contienden” (Salmo 35). Otro salmo dice: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio” (Salmo 46:1). Estos pasajes nos muestran que el clamor sincero es escuchado por un Dios que protege, defiende y sostiene a sus hijos en medio de la adversidad.
También encontramos en Isaías 41:10 la promesa firme: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo”. Incluso Jesús, en Hebreos 5:7, elevó súplicas con lágrimas al Padre, mostrando la importancia de depender en oración. Si Él mismo buscó ayuda divina, cuánto más nosotros debemos hacerlo en tiempos de dificultad.
Hoy la pregunta es clara: ¿a quién llamas cuando llega la emergencia? La respuesta correcta marcará la diferencia entre la desesperanza y la fe. Llama a Jesús. Él está disponible las veinticuatro horas, no necesita cobertura ni batería, y nunca falla. En Él encontramos paz, victoria y la seguridad de que no estamos solos. ¡Haz hoy tu llamada al Salvador!
Del escritorio de Toby Jr.
Leave a Reply