La vida está marcada por la ley de la siembra y la cosecha. Este principio bíblico nos recuerda que todo lo que hacemos trae consecuencias, ya sean buenas o malas. Lo que vivimos hoy es el reflejo de las decisiones que tomamos en el pasado. Sembrar bondad nos llevará a cosechar bendiciones, mientras que sembrar injusticia nos dejará dolor y vacío. Dios no puede ser burlado, y tardeo temprano veremos los frutos de nuestras acciones.
Cuando observamos nuestro entorno, podemos identificar cómo nuestras elecciones se reflejan en la realidad. La angustia, la soledad o la enfermedad muchas veces son fruto de hábitos descuidados o decisiones equivocadas. Pero también es cierto que la paz, la esperanza y la salud nacen de elecciones responsables y centradas en Dios. Nada en nuestra vida es casualidad: cada cosecha es producto de una siembra anterior. El reto está en discernir qué semillas estamos plantando hoy.
La Biblia nos enseña que quien siembra escasamente, escasamente segará; pero quien lo hace generosamente, recibirá abundancia. Esto aplica en todas las áreas: nuestras relaciones, nuestro carácter, nuestra vida espiritual y hasta nuestra salud física. Si cultivamos amor, respeto y perdón, cosecharemos vínculos sólidos y duraderos. Si dedicamos tiempo a la oración y al servicio, recogeremos crecimiento espiritual y una fe más firme. El resultado siempre dependerá de lo que sembremos.
Quizás hoy enfrentas las consecuencias de decisiones pasadas que te llenan de dolor o frustración. Sin embargo, no todo está perdido: cada día Dios nos da la oportunidad de cambiar de rumbo. Un nuevo corazón, una nueva mente y una vida rendida a Cristo nos permiten comenzar a sembrar con propósito. No importa lo que pasó ayer, lo importante es lo que decides sembrar hoy. El futuro está en tus manos si eliges caminar de la mano de Dios.
La vida cristiana nos invita a detenernos y observar los frutos que hemos cosechado. Si lo que vemos no nos satisface, es momento de cambiar las semillas que estamos plantando. Dios promete vida eterna a quienes siembran en el Espíritu, y bendiciones a quienes hacen el bien sin cansarse. Así que no desmayes: cada acto de fe, amor y obediencia traerá su recompensa. Recuerda, quien no siembra hoy, no tendrá cosecha mañana.
Del escritorio de Toby Jr.
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