Todos, en algún momento, hemos sentido que nuestra vida va en una dirección incierta. Caminamos confiando en nuestras fuerzas, sin notar que nos hemos desviado del propósito de Dios. La Biblia nos recuerda en Proverbios 3:5-6 que debemos confiar en el Señor con todo el corazón y no apoyarnos en nuestra propia inteligencia. Solo cuando lo reconocemos en todos nuestros caminos, Él endereza nuestras sendas y nos guía por el camino correcto.

Jesús mismo declaró en Juan 14:6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. No hay atajos, ni rutas alternas; solo en Cristo encontramos la dirección que conduce a la vida eterna. Cuando nos apartamos de Él, como dice Juan 15:6, nos secamos espiritualmente, perdemos fuerza y terminamos alejados de la fuente de vida. Permanecer en Jesús no es una opción, es una necesidad vital.

Seguir a Cristo significa amar, servir y perdonar. En Mateo 22:37-39, Jesús nos enseña a amar a Dios con todo el corazón y al prójimo como a nosotros mismos. Este mandamiento resume la esencia de una vida guiada por el Espíritu. También nos llama a amar incluso a nuestros enemigos, mostrando que el amor verdadero trasciende el ego y el orgullo.

En el camino del Señor, la humildad y el servicio son señales claras de un corazón transformado. Marcos 10:45 nos recuerda que el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Seguir su ejemplo implica poner a los demás primero, vivir con compasión y buscar siempre reflejar su carácter en cada decisión que tomamos.

Hoy es un buen momento para revisar el rumbo de nuestra vida. ¿Estamos caminando con Jesús o siguiendo nuestros propios deseos? Si hemos tomado el camino equivocado, aún hay esperanza. Solo necesitamos regresar al camino del amor, la fe y la obediencia. No tomes el camino equivocado; recuerda que Jesús es el camino, y en Él encontrarás dirección, propósito y vida eterna.

Del escritorio de Toby Jr.