Todos enfrentaremos momentos donde la vida parece estremecerse. Así como un terremoto sacude los cimientos, las pruebas mueven nuestra fe, nuestra familia, nuestras finanzas o incluso nuestros sueños. Sin embargo, estos sacudimientos no son casualidad: forman parte del plan de Dios para recordarnos que Él sigue en control, aun cuando todo lo demás se tambalea.
La historia de Job nos muestra esta verdad con claridad. Era un hombre íntegro, temeroso de Dios y bendecido en todo. Pero en un solo día lo perdió todo: sus riquezas, sus hijos y su seguridad.
Aun así, su respuesta fue postrarse y adorar, diciendo: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1:21). La fe verdadera no depende de lo que tenemos, sino de a quién
pertenecemos.
La Biblia enseña que las pruebas no son castigos, sino procesos de refinamiento. Santiago 1:2-4 nos exhorta a tener gozo en medio de ellas, porque producen paciencia y madurez. Como el oro en el fuego, la fe se fortalece cuando es probada, y el carácter del creyente se purifica para asemejarse más a Cristo. Lo que parece pérdida, en realidad puede ser el taller de Dios para nuestro crecimiento espiritual.
Además, los tiempos de dolor nos acercan más al Señor. Isaías 40:29-31 afirma que Él da fuerzas al cansado y renueva al que espera en Él. En medio de la fatiga, Dios nos promete nuevas alas como las del águila, para correr sin cansarnos y caminar sin desmayar. Las pruebas nos empujan hacia Su presencia, donde encontramos consuelo y la certeza de que nunca estamos solos.
Por último, las pruebas nos capacitan para ayudar a otros. Pablo declara en Romanos 5:3-5 que la tribulación produce paciencia, la paciencia prueba, y la prueba esperanza. Quien ha pasado por el valle del dolor puede animar a quienes atraviesan procesos similares. Así, las pruebas dejan de ser una carga y se convierten en un testimonio del poder de Dios, capaz de transformar lágrimas en esperanza.
Cuando Dios sacude tu silla, no lo hace para destruirte, sino para recordarte que tu fundamento debe estar en Él. Las pruebas no son el final del camino, sino la oportunidad de crecer en fe, madurez y esperanza. Aunque perdamos bienes, fuerzas o relaciones, nunca perderemos Su presencia ni Su fidelidad. Confía en que, detrás de cada sacudida, hay un propósito eterno. Y al final, saldremos más firmes, más fuertes y más cerca de Dios.
Del escritorio de Toby Jr.
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