La evidencia más poderosa de Jesús

La evidencia más poderosa de Jesús

La resurrección de Jesucristo es importante por muchas razones. Primero, testifica del inmenso poder de Dios mismo. Creer en la resurrección es creer en Dios. Si Dios existe, y si Él creó el universo y tiene poder sobre él, entonces Él tiene el poder de levantar a los muertos. Si Él no tiene tal poder, Él no es un Dios digno de nuestra fe y adoración. Sólo Él, quien creó la vida, puede resucitar después de la muerte.

 

Sólo Él puede revertir la atrocidad que es la muerte misma, y sólo Él puede quitar el aguijón que es la muerte y dar la victoria sobre la tumba (1 Corintios 15:54-55). Al resucitar a Jesús de la tumba, Dios nos recuerda su absoluta soberanía sobre la vida y la muerte.

 

La resurrección de Jesucristo es también importante porque valida quién Jesús afirmó ser, es decir, el Hijo de Dios y Mesías. Según Jesús, Su resurrección fue la «señal del cielo» que autentificó Su ministerio (Mateo 16:1-4). La resurrección de Jesucristo, atestiguada por cientos de testigos oculares (1 Corintios 15:3-8), provee una prueba irrefutable de que Él es el Salvador del mundo.

 

Otra razón por la cual la resurrección de Jesucristo es importante, es que prueba su carácter sin pecado y su naturaleza divina. Las Escrituras decían que el «Santo» de Dios nunca vería corrupción (Salmo 16:10), y Jesús nunca vio corrupción, ni siquiera después de Su muerte (Hechos 13:32-37). Fue sobre la base de la resurrección de Cristo que Pablo predicó: «Por medio de él se os anuncia perdón de pecados… en él es justificado todo aquel que cree» (Hechos 13: 38-39)

 

La resurrección de Jesucristo no es sólo la validación suprema de Su deidad; también valida las profecías del Antiguo Testamento que predijeron el sufrimiento y la resurrección de Jesús (Hechos 17:2-3). La resurrección de Cristo también autentificó sus propias afirmaciones de que resucitaría al tercer día (Marcos 8:31; 9:31; 10:34).

 

Si Jesucristo no resucitó, entonces tampoco tenemos esperanza de que nosotros resucitaremos. De hecho, aparte de la resurrección de Cristo, no tenemos ningún Salvador, ninguna salvación, y ninguna esperanza de vida eterna. Como dijo Pablo, nuestra fe sería «vana», el evangelio sería totalmente impotente, y nuestros pecados permanecerían imperdonables (1 Corintios 15:14-19).

 

Jesús dijo: «Yo soy la resurrección y la vida» (Juan 11:25), y en esa declaración afirmó ser la fuente de ambas. No hay resurrección aparte de Cristo, no hay vida eterna. Jesús hace más que dar vida; Él es vida, y por eso la muerte no tiene poder sobre Él. Jesús confiere Su vida a los que confían en Él, para que podamos compartir Su triunfo sobre la muerte (1 Juan 5:11-12).

 

Nosotros que creemos en Jesucristo, experimentaremos personalmente la resurrección porque, teniendo la vida que Jesús nos da, hemos vencido a la muerte. Es imposible que la muerte gane (1 Corintios 15:53-57).

 

Jesús es «la primicia de los que han dormido» (1 Corintios 15:20). En otras palabras, Jesús abrió el camino en la vida después de la muerte. La resurrección de Jesucristo es importante como testimonio de la resurrección de los seres humanos, que es un principio básico de la fe cristiana. A diferencia de otras religiones, el cristianismo posee un Fundador que trasciende la muerte y promete que Sus seguidores harán lo mismo.

 

Todas las demás religiones fueron fundadas por hombres o profetas cuyo fin fue la tumba. Como cristianos, sabemos que Dios se hizo hombre, murió por nuestros pecados y resucitó al tercer día. La tumba no pudo retenerlo. Él vive, y se sienta hoy a la diestra del Padre en el cielo (Hebreos 10:12).

 

La inspirada Palabra de Dios garantiza la resurrección de los creyentes cuando Jesucristo venga por su cuerpo (La Iglesia) en el Arrebatamiento. Tal esperanza y seguridad surge en un grandioso canto triunfal como lo escribe Pablo en 1 Corintios 15:55, “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (Oseas 13:14).

 

Fuente: GOTQUESTIONS.ORG

 

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