Con esta pandemia del COVID 19 he descubierto que tengo una responsabilidad no solo en la Iglesia sino también ante mi comunidad, jamás imaginé que podría ser un héroe desde casa, mis hijos ahora me ven, no solo como un líder de la Iglesia local, si no que ahora me ven como un líder dentro del hogar; situación que jamás hubiera tenido lugar con las múltiples responsabilidades y ocupaciones de trabajo que solía tener.
Lo vacío del templo llenó mi casa, a Dios, a quien solía servir en el templo, hoy le sirvo en casa, los sermones y meditaciones que solía transmitir a los feligreses que nos visitaban ahora los doy en casa y los resultados han sido maravillosos, la comunicación entre familia ha mejorado y las metas de casa ahora las llevamos todos y no solo la jefa de la casa.
Nada será igual, después de todo esto, si Dios nos da vida, todo será mejor; más humildad, más conciencia social, mayor temor de Dios, más gratitud, más motivación después de haber bailado con la muerte ante esta pandemia que ya ha contagiado millones de vidas a nivel mundial; nada será igual, ahora sé que Dios está con todos y no solo con los que asisten regularmente a un templo.
Nuestra vida cambió, la familia cambió, mi respeto a la vida cambió, mi vida de oración cambió, el amor a mi familia cambió, y mi ministerio pastoral cambió, es por ello por lo que digo que NADA SERÁ IGUAL.
Lo único que permanecerá estable después de todo, es, fue y será el amor De Dios por cada uno de nosotros.