Jesús los reprende, los confronta, los reta, los calla, los vence.
Mateo 23:1-3
Entonces Jesús habló a la muchedumbre y a sus discípulos, diciendo: Los escribas y los fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen.
Los fariseos son un grupo político-religioso, integrado por la comunidad judía, que surgió como clase durante el siglo lll a.C. Después del exilio, la monarquía gubernamental de los israelitas se quedó en el pasado; y en su lugar los judíos fundaron una comunidad mitad estado, mitad iglesia.
A diferencia de los saduceos (descendientes del Sumo Sacerdote), los fariseos consiguieron que sus interpretaciones fueran aceptadas por la mayoría de los judíos, por lo que una vez que el templo cae, toman el control de manera oficial del judaísmo y transformaron el culto, trasladándolo a la sinagoga (casa de reunión).
Mateo 12:1-2
Por aquel tiempo Jesús pasó por entre los sembrados en el día de reposo; sus discípulos tuvieron hambre, y empezaron a arrancar espigas y a comer. Y cuando lo vieron los fariseos, le dijeron: Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.
Eran personas que pertenecían a un grupo religioso judío de la época de Jesús que se caracterizaba por observar escrupulosamente y con cierta afectación los preceptos de la Ley mosaica; en general, se interesaba más por la manifestación externa de esos preceptos que por seguir el espíritu de la Ley. Eran judíos intelectuales y con gran influencia política y social. Enseñaban y defendían su doctrina de forma estricta y consideraban que su pensamiento era superior al de los demás. Creían en la inmortalidad del alma, la vida luego de la muerte y la resurrección de los espíritus buenos en cuerpos eternos.
Mateo 15:1-2
Entonces se acercaron a Jesús {algunos} escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan.
Estas personas, según Jesús, eran aquellas que decían y no hacían, que ponían obras pesadas e imposibles de llevar a cuestas de los hombres, pero que ellos no usaban ni un dedo para ayudarlos, por eso les llamaba hipócritas y desde allí partió su mala fama.
La carta de Pablo a la iglesia de Galacia también abordó este tema. A estos creyentes se les había dicho que tenían que hacer ciertas cosas para que Dios los aceptara, específicamente, que tenían que circuncidarse.
Pablo llegó a decir que este es otro evangelio y llama «anatema» a quienes lo defienden (Gálatas 1:8-9). Más revelador aún, dice a sus lectores que, si la justicia pudiera venir de sus propias acciones, entonces «por demás» murió Cristo (Gálatas 2:21) y la justicia fuera verdaderamente «por la ley» (Gálatas 3:21). La conclusión de Pablo acerca de los creyentes en Galacia era que habían sido insensatos en su intento de ser perfeccionados por la carne (Gálatas 3:1-3).
No seas uno de ellos, seamos del club de los Discípulos de Jesús; los hacedores de la palabra y no solo oidores. No compliques lo sencillo, no espantes al herido, no menosprecies a los humildes, no le niegues el perdón a nadie que Jesús ya ha perdonado.
Jesús no respalda, ni aprueba el club de los fariseos, pero ama a los que viven el evangelio de la Cruz y lo comparten con los más necesitados.