Unidos con Dios en momentos críticos.
Israel a menudo se ve obligado a lidiar con crisis repentinas cuando golpea el terrorismo, la guerra, el trauma o los desastres naturales.
Actualmente hay muchos disturbios en Israel. El país se encuentra perseguido, rodeado por enemigos, Siria, Líbano, Jordania, Arabia Saudita, Irán, Hamás, la Jihad Islámica, Hezbolá, etc.
Pero este odio y persecución sobre Israel es solo un indicio de lo que sucederá en el final de los tiempos (Mateo 24:15-21).
La última oleada de persecución, comenzó cuando Israel fue reconstruido como nación en 1948.
¿Por qué debemos orar por la paz de Jerusalén?
Dios nos dice que oremos por la paz de Jerusalén en el Salmos 122:6-9: «Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios. Por amor de mis hermanos y mis compañeros diré yo: La paz sea contigo.
Por amor a la casa del Señor nuestro Dios buscaré tu bien». Dios prometió bendiciones a los que bendicen a Israel y maldiciones a los que la maldicen (Génesis 12:3), y puesto que Jerusalén es representada como el centro de la vida judía, se deduce que a los que oran por su paz y seguridad se les concederá la paz a ellos mismos
Jesús también dijo que deberíamos ser pacificadores, lo cual incluiría orar por la paz. «Bienaventurados los pacificadores,
porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9). Y se nos manda hacer todo lo posible para vivir en paz con los demás.
«Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres» (Romanos 12:18). Así pues, Dios quiere que busquemos la paz con todas las personas, y eso implica orar por la paz en Jerusalén, sobre todo por el lugar especial que ocupa en Su corazón.
«Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no me estaré quieto, hasta que salga su justicia como resplandor, y su salvación se encienda como antorcha…Sobre tus murallas, oh Jerusalén, he colocado centinelas; en todo el día y en toda la noche jamás callarán. Ustedes que hacen que el Señor recuerde, no se den descanso, ni le concedan descanso hasta que la restablezca, hasta que haga de Jerusalén una alabanza en la tierra» (Isaías 62:1, 6-7).
El rabino Abraham Joshua Heschel escribió: «La oración es nuestra conexión con el Supremo. Si perdemos de vista a Dios, somos como los peldaños sueltos cuando se rompe una escalera… Por medio de la oración, cambiamos nuestro centro de atención desde una autoconsciencia a una auto rendición. Dios es el centro hacia el cual todas las fuerzas son atraídas.
Él es la fuente de todo, y nosotros experimentamos el mover de Su fuerza, el ir y el venir de sus mareas. La oración quita la mente de la estrechez de nuestros propios intereses y nos capacita a ver el mundo en Su espejo de lo sagrado.»
Oremos en todo momento por la Paz del pueblo escogido de Dios.
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