Contamos con una variedad de líderes quienes voluntariamente pertenecen a la Familia de los Tabernáculos en el mundo, Líderes que se desempeñan con distinción en sus cargos y lugares de servicio; pero llegó el momento en el cual las comodidades que les ofrecen sus cargos les convirtieron en altaneros y soberbios agrandamos y prepotentes. Este tipo de liderazgo es curioso analizarlo, por la sencilla razón que se nota que carecen de educación y devoción por Dios al no reconocer que lo que tenemos es pasajero y algo que llegó como valor agregado por su esfuerzo y buen desempeño ministerial.
¿Qué sucedió en sus vidas? ¿Quien les maltrato en su carrera o juventud? ¿Qué sucedió en sus corazones? Pues lo más fácil es reconocer que nunca experimentamos una verdadera conversión al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, ese Evangelio que transforma el alma y corazón; ese Evangelio que se llama Jesucristo el hijo de Dios. El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, El autor y consumador de la fe el único camino a Dios y a la salvación de nuestras almas para la eternidad. Esta es la evidencia de un corazón endurecido a causa del pecado que encontró guarida en nuestros corazones por la poca comunión para con Dios.
¿Como podemos volver a ser quienes fuimos antes de llegar a ser lo que creemos que somos en la vid ministerial? Esa es la pregunta, será necesario analizar donde nos perdimos, en qué lugar dejamos a Dios esperando por nuestra devoción; será necesario arrepentirnos de nuestras erráticas decisiones tomadas en los últimos años y buscar a Dios de la manera más rápida para obtener perdón de Dios. Pero esto suena fácil, pero lo difícil es que para horas a Dios debemos someternos a los hombres que Dios nos puso como colegas, guías, superiores o líderes. Esta es la etapa más dura de todo el proceso de reconciliación ya que será tu orgullo lo que te impida resolver esta situación.
Sin humildad no hay bendición, eso jamás lo olvides ya que le precio de la altanería es la humillación; cuantas veces me ha sucedido, en lo personal me ha tocado humillarme ante la autoridad de mis jefes y mentores para poder así alcanzar de Dios misericordia, en lo personal no encontré otro camino para entender que ante mayor soberbia mayor dolor. Por ello hoy recomendaría que no dejes pasar esta oportunidad para reconciliarte para con Dios por medio de la humillación personal ante Dios, pero para probar que esto es verdad la única manera de hacer manifiesta nuestra conducta de arrepentimiento es el sometimiento a las autoridades que Dios puso en tu camino.
De no querer reconocer la autoridad de nuestros superiores, nos estamos negando a lo que Dios requiere de nosotros que son los frutos de un nuevo nacimiento; ¿dirás en tu corazón que tiene que ver el sometimiento a las autoridades superiores? Pues tu actitud ante la autoridad denota tu nivel de sometimiento a lo que tu optaste por aceptar como parte de la Iglesia donde Dios te llamo a servir. Si esto no te atrae tienes un mejor camino, renunciar con trasparencia al cargo que se te delego y permitir que un verdadero siervo cristiano ocupe el lugar que tú en tu soberbia y cara dura estas usurpando y lucrando para el beneficio propio o de tu familia. Te invito a reflexionar en estas palabras y a tomar una determinación como siervo o sierva de este lindo ministerio.