Sus promesas son inquebrantables
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
Hebreos 11:1
Job era un “hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:1). Tuvo siete hijos y fue un hombre con mucha riqueza. La biblia nos dice que un día Satanás se presentó ante Dios y Dios le preguntó qué pensaba de Job.
Satanás acusó a Job de que él solamente honraba a Dios porque lo había bendecido. Entonces, Dios permitió a Satanás que le quitara a Job toda la riqueza y sus hijos. Luego, Dios permitió que Satanás afligiera a Job físicamente. Job se afligió profundamente pero no atribuyó a Dios despropósito alguno (Job 1:22; 42:7-8)
Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán.
Marcos 11:24
Job nunca perdió su fe en Dios, incluso bajo las circunstancias más desesperantes que lo probaron hasta lo más profundo. Es difícil imaginar el perder todo lo que tenemos en un solo día: propiedad, posesiones e incluso los hijos. La mayoría de los hombres caerían en depresión y quizás incluso cometerían suicidio después de semejantes pérdidas tan grandes.
Aunque oprimido lo suficiente como para maldecir el día de su nacimiento (Job 3:1-26), Job nunca maldijo a Dios (Job 2:9-10), ni tampoco flaqueó en su entendimiento de que Dios estaba en control. Por otra parte, los tres amigos de Job, en lugar de consolarlo, le dieron malos consejos e incluso lo acusaron de cometer pecados tan graves que, por esa razón Dios lo estaba castigando con la miseria.
Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí?
Jeremías 32:27
Job conocía a Dios lo suficientemente bien como para saber que Él no obraba de esa manera; en realidad, él tenía una íntima relación personal con Él, que fue capaz de decir, «He aquí, aunque Él me matare, en Él esperaré; no obstante, defenderé delante de Él mis caminos» (Job 13:15).
Cuando la esposa de Job le sugirió que maldijera a Dios y se muriera, Job respondió: «Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2:10).
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo.
1 Crónicas 29:11
Tal vez la mayor lección que aprendemos del libro de Job es que Dios no tiene que responderle a nadie por lo que hace o no hace. La experiencia de Job nos enseña que quizás nunca lleguemos a saber la razón específica de sufrimiento, pero debemos confiar en nuestro soberano, santo y justo Dios.
Seamos personas inquebrantables y veremos la gloria de Dios ante nuestros propios ojos.
Fuente: www.gotcuestions.org