La codicia y el creyente

La codicia y el creyente

«Los cazadores nativos en las junglas de África tienen una forma ingeniosa para atrapar a los monos. Parten un coco en dos, lo vacían, y en una mitad de la cáscara hacen un agujero lo suficiente grande para que la mano del mono pase. Luego colocan una naranja en la otra mitad del coco antes de pegar ambas partes del cascarón. Finalmente, aseguran el coco al árbol con una cuerda, se esconden en la jungla, y esperan. Tarde o temprano, un mono desprevenido se balancea, huele la deliciosa naranja, y descubre su ubicación dentro del coco. El mono entonces mete su mano por el pequeño agujero, agarra la naranja, e intenta sacarla por el hueco. Por supuesto, la naranja no sale; es demasiado grande para el orificio. En vano, el persistente mono continúa tirando y tirando, sin percatarse en momento alguno del peligro que corre. Mientras el mono lucha con la naranja, los cazadores simplemente llegan y lo capturan tirándole una red encima. Mientras el mono mantenga su puño alrededor de la naranja, está atrapado»

(Rice, Wayne – Ilustraciones Inolvidables)

 

La codicia es un deseo fuerte y egoísta por tener más de algo, generalmente poder y dinero. Hay muchas advertencias en la Biblia acerca de ceder a la codicia y el ansia de riquezas. Jesús nos advirtió, «Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12:15). «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan … No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:19, 24b). ¿Estaba Jesús en la búsqueda de conseguir dinero? No. Al contrario, Él se hizo pobre por nosotros (2 Corintios 8:9) y «no tenía un lugar donde reclinar la cabeza» (Mateo 8:20).

 

El Señor quiere que aprendamos a mirar desde otra perspectiva nuestros bienes, y disfrutemos la vida de una manera distinta. La avaricia, al ser un pecado, nos lleva hacia el ‘don dinero’, alejándonos de Dios. Jesús nos dice que no podemos servir a Dios y a las riquezas al mismo tiempo (Mateo 6:24). Una persona que se desespera buscando dinero, solamente encontrará pesar y pérdida (Proverbios 28:22), y llegará a ser mezquino aún con las cosas de Dios (Lucas 12:15-21).

 

“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.”

Mateo 6:31-32

 

La codicia y el deseo por las riquezas son trampas que traen ruina y destrucción. «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero», y a los cristianos se les advierte, «ni pongan la esperanza en las riquezas» (ver 1 Timoteo 6:9-10, 17-18). La codicia, o tener un deseo excesivo o codicioso por tener más, es idolatría. Efesios 5:5 dice, «Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios». El principio que se debe recordar se encuentra en Hebreos 13:5: «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré».

 

Dios quiere que confiemos en Él, que aprendamos que es nuestro Jehová-Yireh (Dios proveedor – Génesis 22:14). Dios promete no desampararnos, ni dejarnos; sino que suplirá de acuerdo con nuestras necesidades en el momento exacto. Nuestra fe en Dios va a ser nuestra fuente de contentamiento, agradecimiento, y una vida sin avaricia; “de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador” (Hechos 13:5-6). Con fe, confiemos en las provisiones de nuestro Dios, Él siempre suplirá nuestras necesidades.

 

Del escritorio de Toby Jr.

Leave a Reply

Your email address will not be published.