Las personas hoy hemos olvidado lo importante y bello que es ser amable para con los demás, no podemos ser promotores de odio y malos tratos, debemos practicar buenos modales para con todos; es normal que muchas personas sean pesadas en su manera de ser, pero esto no nos autoriza para imitar sus malas actitudes, muy por lo contrario, al ver estas malas actitudes deberíamos de entender lo mal que nos vemos cuando tratamos mal a los demás.
Dios no dejo un mensaje claro, “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”. Esta no es una simple sugerencia, este es un mandamiento; o sea que cumplirlo no es una opción, es un deber si te llamas cristiano; pareciera que estamos pagando a todos mal por mal y cuando eso sucede entramos en una etapa de maldición ya que todo lo que el hombre sembrare eso también sembrará.
Desarrollemos amabilidad para con todos, considerando a otros como a superiores a nosotros y no como enemigos antagónicos y altaneros, hagamos el esfuerzo de estar en paz con todos no importando la manera como ellos sean para con nosotros; nosotros no lo hacemos por agradar a los hombres, lo hacemos por obediencia a Dios, sometimiento a su palabra, mandamientos y lo mejor de todo es que si obedécenos el hará maravillas en nosotros y en nuestras familias y amigos.
Ser amable no es difícil, solo debes poner como base como te gustaría ser tratado en cada situación de tu vida, ¿cómo te gustaría que te atendieran en la tintorería y súper mercado?, ¿cómo te gustaría ser atendido en el banco o aún en el médico cuando haces una cita previa? Creo que a todos nos gusta que nos respeten y traten con dignidad y amabilidad, seamos pues parte de los que portamos la joya de la amabilidad; es la mejor joya que podemos portar como seres humanos.
Las personas amables son más felices que las que no lo son, inténtalo de nuevo, no cedas ante tanta maldad, sé fuerte, sé determinado en lo que haces y marca la diferencia en tu vida y en la vida de muchos en especial en la vida de aquellos que cuidan de ti en casa, de los que facilitan la vida de tus hijos en el colegio o aún en casa, sé amable con el humilde, sé amable con el soberbio ya que Dios te recompensará por obedecer a sus órdenes y mandamientos.
¡Portemos hoy la joya de la amabilidad dónde quiera que estemos!