Mirada peligrosa

Mirada peligrosa

No sé cómo es el diablo, pero de algo sí estoy seguro: esta semana lo tuve de frente y esa mirada me puso nervioso. Pero algo aprendí en la Biblia, y es que sí resistimos al diablo él huirá de nosotros (Santiago 4:7). No por ser nosotros poderosos seremos salvos, sino por el poder de Dios que está en nosotros.

En Rencontres avec le diable, los historiadores Philippe Martin y Nicolas Diochon han reunido escritos sobre el diablo desde el siglo XV al XX en Europa. A lo largo de este periodo, la figura del diablo aparece y se transforma, según las sacudidas de la historia y los temores de cada época:

 

– Ustedes son los autores de una antología sobre el diablo que cubre un arco que va desde el siglo XV al XX. ¿Por qué hablar del diablo de este periodo?

– Nicolas Diochon: Hasta el final de la Edad Media, la figura del diablo se construyó constantemente, se detalló y se dio cuerpo, para emerger en el siglo XV en la época de los juicios por brujería.

– Philippe Martin: A menudo tendemos a decir que las brujas, el diablo y la superstición datan de la Edad Media. Pero en realidad, las brujas y la noción de superstición aparecieron a partir del siglo XV, al mismo tiempo que se desarrollaba la figura del diablo.

 

En aquella época, la figura del diablo era muy debatida. Hubo varios debates entre los teólogos, que dieron lugar a una forma de pensamiento que perduró hasta el siglo XX.

 

Pero ¿Cómo es el diablo del siglo XXI?

Belcebú, Acusador, Bestia, Dragón, Enemigo, Homicida, Maligno, Malvado, Satán, Seductor, Tentador, Príncipe de este mundo, Padre de la mentira… Estos son sólo algunos de los nombres del diablo. Su figura, presente en todas las religiones, hunde sus raíces, según la tradición cristiana de la Biblia, en la noche de los tiempos. Entonces, eran ángeles que se rebelaron contra Dios, le desobedecieron y fueron condenados al infierno. Habían nacido los demonios.

Sobre el diablo, la doctrina tradicional decía: «El diablo es el ángel caído que, tras desobedecer a Dios, fue castigado al fuego eterno y trata de apartar, con las tentaciones, a las almas de Dios». Siguiendo esta línea, algunos teólogos aseguran que la existencia del diablo es un dogma de fe, definido en el Concilio Lateranense IV (1215), para condenar a cátaros y albigenses que profesaban el maniqueísmo, según el cual existe un principio absoluto del bien y otro del mal. Ese Concilio define que el demonio no es un principio absoluto, sino una criatura limitada, creada por Dios.

 

Al que yo vi, estaba vestido como ángel de luz; ósea el sueño de todo hombre, hablo en serio amigos, lo vi como algo que llama poderosamente la atención e invita a creer todo que dice. Ofrece y siembra duda en cada uno de nosotros sobre si creer o no creer en sus falsedades. Ese es el problema de salir de casa mal orado, no leído, y peleado con Dios, tu familia, tus hijos y amigos.

¿Saben cuál fue la clave? RESISTIR; esa fue la clave. Te invito a que si te anda bailando cerca el tentador RESISTAS. No serás capaz de hacerlo solo, por lo que Dios nos dejó a su Espíritu Santo, la Oración y también sus promesas para fortalecer nuestra fe en estos momentos tan riesgosos Y PELIGROSOS.

Cuida tu mirada, cuida tus ojos, cuida tu corazón; esa mirada peligrosa del tentador es la que puede llegar a convencerte de creer en esas mentiras y falsedades. Para cuidar tu mirada te recomiendo poner los ojos en Jesus, autor y consumidor de la fe. No creas en esas falsas promesas, no creas en esa figura, no creas en ese olor, no creas en esas sensaciones del momento.

Si vas a creer, ¡Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo! Huyamos pues de las miradas peligrosas y pongamos los ojos en Jesús.

 

Del escritorio de Toby Jr.

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